jueves, 3 de abril de 2014

Medita estas palabras de día y de noche. Salmos 1:2

De Santiago 1:19-21, 25

19 Sabed, mis amados hermanos: Todo hombre sea pronto para oír, lento para hablar y lento para la ira;  20 porque la ira del hombre no lleva a cabo la justicia de Dios. 21 Por lo tanto, desechando toda suciedad y la maldad que sobreabunda, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.

22 Pero sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque cuando alguno es oidor de la palabra y no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que mira su cara natural en un espejo. 24 Se mira a sí mismo y se marcha, y en seguida olvida cómo era. 25 Pero el que presta atención a la perfecta ley de la libertad y que persevera en ella, sin ser oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.

La verdadera religión

26 Si alguien parece ser religioso y no refrena su lengua, sino que engaña a su corazón, la religión del tal es vana. 27 La religión pura e incontaminada delante de Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y guardarse sin mancha del mundo.


Reflexiones personales.

Deseo empezar mis reflexiones mencionando una frase que dice:   "Es tan fácil, resolver los problemas, cuando la ira ha desaparecido" porque el tema que me  ocupa es la "ira",  ese sentimiento que nubla la razón,  que cierra el corazón y que es  causa de grandes errores  humanos.

En el diario vivir,  nos enfrentamos a situaciones difíciles, que retan nuestra paciencia.  Muchas veces recibimos ofensas u agresiones verbales de personas que están a nuestro lado, y que nos provocan para reaccionar de igual manera ofensiva o agresiva, sin embargo la palabra de Dios Nuestro Salvador dice: Ser hacedores de la palabra, no solo oidores.  Lo que significa que debemos llevarla a la practica diaria  en nuestra convivencia con nuestros semejantes. La palabra esta escrita y es nuestro deber cristiano sacarla de la letra  y llevarla  al corazón,  que es donde nace la bondad o la maldad, de esta manera si atendemos los principios de un buen cristiano seremos lentos para la ira, no permitiremos que el enojo invada nuestro corazón  y en vez de devolver maldad, bendeciremos a quienes nos provocan.

Por ultimo, me gustaría afirmar que ante toda  interacción con nuestros semejantes que provoque a caer en un arrebato de ira, actuare en lo que a mi dependa, siempre de manera pacifica.

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